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Homenajes Merecidos… JAVIER BELEÑO

Homenajes Merecidos… JAVIER BELEÑO

Humanidad en estado puro y generosidad a raudales es lo que vamos a encontrar en este reportaje, y es que la historia del madrileño Javier Beleño resulta ser un relato de inspiración como pocos. Descubrió en balonmano casi por azar y el flechazo fue casi tan grande como el altruismo que demuestra en todo lo que hace por nuestro deporte desde entonces. Una muy buena persona de la que aprender, y un modelo de verdad a imitar.

Hemos pedido a un buen amigo suyo, que lo admira y aprecia de verdad, que nos ayudara con el prólogo, y el bueno de Dani Lopez Pella nos ha escrito unas líneas que recogen perfectamente la figura de nuestro amigo Javier…

“Que podemos decir de esta persona tan fuera de lo normal que vive y se desvive por todos… no solo del mundo del balonmano sino del mundo en su totalidad.

Por esas casualidades de la vida, no entiendo el por qué, parece ser que el gran Beleño y yo nos conocimos cuando éramos unos niños. Es lo que tiene ser de pueblo y tener “poco don de gentes”, ya sea en el pueblo de la Alameda de Osuna o en el Pueblo de Madrid. Algo debimos congeniar porque 20 años después descubrimos que teníamos mucho en común.

Una persona que involucra a media España para que seamos solidarios con los que menos tienen es el mejor ejemplo del tipo de persona que es. Y siendo como es, cómo decirle que no a esos actos solidarios. Ha conseguido que mucha gente contribuya a una buena causa, y eso tiene un mérito enorme más aún en los tiempos que vivimos.

Solo voy a hablar de balonmano porque si no, no acabaría nunca…. Javier Beleño ha conseguido que todos los que le conocemos seamos mejores personas, y no por la aportación de nuestro granito de arena en sus variopintas convocatorias, sino por la influencia y el impacto que su manera de ser causa en nosotros y nos transforma.

Él no lo sabe pero hasta envié, dos años seguimos, un mensaje a los Premios Pie Derecho del programa de radio de M80 de Javi Nieves y Mar Amate en el que se reconoce a gente anónima sus hitos en pro de un mundo mejor. ¡¡¡Lástima que no llegaran a término!!! Pero eso realmente da igual, porque los que de verdad le queremos no hace falta que se lo digamos. Realmente no hay nadie que conozca, y mira que hay gente, que dé tantas cosas sin esperar nada a cambio. Yo le admiro, y poco más puedo decir!!!

¡¡¡Un grande!!!  Menos mal que es futbolero….”

 

Como ya es costumbre en nuestros reportajes, es el propio Javier quien nos cuenta en primera persona su idilio con nuestro deporte…

“Mi nombre es Javier Beleño y voy a tratar de contar mi historia. Sobre el año 97 montamos un centro de masaje en la zona de Arturo Soria, yo acababa de terminar mis estudios de Osteopatía y ya había estado trabajando en un equipo ciclista dos años. Por casualidad empezaron a caer por allí jugadores de un club de balonmano cercano, el Club Balonmano Concepción, yo jamás había visto un partido de balonmano en directo, pero poco a poco fui familiarizándome con el deporte, aunque siendo jugador de fútbol en activo en aquella época, me costaba un poco.

Un día un jugador de dicho club, Maki, que con el tiempo nos hemos hecho íntimos amigos y que había fichado siendo aún juvenil por Balonmano Alcobendas, me invitó a un partido Asobal. Aquel equipo lo entrenaba Rafa Guijosa y allí jugaban entre otros, Angel Castaño, Samuel Trives, Javi Suarez… de los cuales y a través de los años he compartido muchas cosas con ellos, incluso vestuario. De aquel partido salí con la sensación de… “¿¿¿que cojones he hecho yo en todos estos años???”.  Aluciné con la rapidez, con el contacto, con las arengas, con el ruido… salí de aquel pabellón con los ojos como platos, aún lo sigo recordando. El lunes llamé a Antonio Aragón, presidente de Balonmano Concepción, y le dije: “Antonio, yo quiero ir a los partidos, hacedme una ficha de auxiliar, que quiero ir a los partidos”. El me contestó que por ellos encantados, pero que imposible, porque era un club humilde y no me podrían pagar. Yo le contesté que no quería cobrar, solo quería echar una mano, estar en vestuario, vendar, curar, auxiliar, llenar cacharras de agua… vamos, lo que se dice estar al cuidado de todos los detalles para que un entrenador solo se ocupase de lo que debía. Al principio no me creía, no daba crédito, pero a medida que iba a partidos pues se lo fue creyendo. Recuerdo que les llamaba muchísimo la atención que no solo saltaba a pista a atender los jugadores de nuestro equipo, sino del contrario. Por supuesto, yo no entiendo la vida de otro modo. Los equipos rivales también miraban con cara de… ¿¿que pasa aquí? (risas). Pero me gustaba esa sensación.

En aquella época el entrenador era Héctor Aragón, otro que con el tiempo se ha hecho íntimo amigo mío. Ya me fui enviciando y bajaba también con las chicas. Estaba empezando a ocupar mis fines de semana, pero con mi retirada del fútbol, eso lo iba llenando.

Más tarde coincidí con un entrenador por el que siento verdadera admiración. Podría decir que de mi escuela, José Fernando, para mí el GENERAL CON MAYÚSCULAS, de hecho así le sigo llamando y él lo sabe. Mi saludo cuando le veo es…General. Yo creo que es el entrenador con el que más he estado y del que destacaría responsabilidad, entrega, conocimientos… como me hubiera gustado tener a un entrenador así, simplemente brutal.

Con todos los jugadores tenía mucha complicidad, con cada uno de ellos tenía siempre algo especial, algo que nos identificase, me gusta mimar, cuidar, estar atento a todo lo que no es balonmano. En esas charlas siempre juego a poli bueno, no solo soy el que venda, el que pone las cremas de calor o el que pone el spray frió en los golpes, me gusta escuchar, preguntar y al final, resulta que tengo cientos de hijos que son jugadores de balonmano.

Una de las cosas que más me reconforta es el cariño que me muestran los padres, y cuando me dicen, y que Dios perdone mi falta de humildad aquí, es que Beleño en casa es como un Dios, y ahí es cuando se me cae todo (risas).

No quiero dejar de recalcar uno de los sitios donde estuvimos afincados con Conce, uno de los sitios que más me ha marcado y que fue sin duda Tajamar. La gente de allí con Roberto Sanchez la Parra a la cabeza, fue un sitio con muchos valores y muy buen hacer.

En Conce estuve muchísimos años, aunque también en otros clubes de manera extraoficial donde también echaba una mano en partidos puntuales, sectores, intersectores, equipos como Recuerdo con mi amigo Chema y su hijo Eloy, Maravillas donde conocí a mi otro gran amigo a día de hoy, Sergio Sevilla, con el que he hecho mil fases de ascenso y somos amigos de llamarnos todas las semanas. Al final son tantos los amigos que podría nombrar aquí, que al final mi vida y mi trabajo es BALONMANO.

Luego comencé, gracias a otro gran amigo como es Alex Mozas, a caer por Alcobendas. Allí compartí sectores con chicas y chicos, y al final me enganché a uno de sus equipos infantiles hasta que han sido juveniles. Fuimos a campeonatos de España, coincidí con Dani Sanchez Nienes, Checu y sobre todo otro de mis referentes de persona de club Ángel Castaño. Poder compartir vestuario con él, un tío al que admiraba de verdad, poder aprender de él, conseguir una medalla de Plata en el Campeonato de España juvenil, lo vivido allí…sin palabras. Le estaré eternamente agradecido por poder haber vivido allí en Alcobendas esa pasión por el rojo. Esa es mi casa, y lo será siempre. Me sentí muy querido allí por los padres de ese club.

Un día recibí una llamada de alguien al que irrumpió en el balonmano madrileño, y del que todo el mundo hablaba por su buen hacer, un tal Ignacio Moyano… telita. Yo ya iba simpatizando con sus “ikasers” y me dijo… “Beleño. ¿tu te vendrías a Granollers al Campeonato de España con nosotros?”. Cerré mi clínica y un martes estaba montado en el bus con él y Javi Martín. Me dijo es un grupo majo, pero con alguna complicación. A lo que le contesté… “Dame media hora y verás.” Me fui a la parte de atrás y los hice míos en cero coma. Me enamoré de esa idiosincrasia, esos principios de club, de trabajo, de sacrificio, de humildad, y dije: “Yo me quiero quedar aqui!!!!!” A día de hoy, aquí sigo, mas “ikaser” que nunca.

Pero lo mejor de todo, estaba aún por llegar. Mi hija que nació en una pista de balonmano, los que me conocen saben que iba con los dos en los carros y los ponía detrás de los banquillos, ansiaba por jugar. En su primer año de alevín tuvo una mala experiencia, porque estas cosas pasan también. Mal año, una entrenadora joven, con pocos conocimientos por la edad, es entendible, y poca humildad. Creo que mi fallo fue no quitar a mi hija de aquel suplicio, pero mi estandarte de vida es el compromiso, y hasta que no acabó el año no la quité. Acabó odiando el balonmano, algo durísimo para mi que soñaba con verla jugar. El año pasado se vino conmigo a dos Campeonatos de España a acompañarme. Se empapó de Ikasa, de valores, de charlas, de convivencia, y me dijo: “¿Podría jugar papá?” Solo me faltó llorar. La acogieron en el cadete de Rober García Plaza. Se lo ha pasado genial, tanto que con sus 15 , está cursando el primer nivel de entrenadora. Eso si me hace feliz, feliz de verdad. Así que poder compartir vestuario con mi hija, es algo que no se puede explicar… no se puede. Cuando doy esas charlas de motivación antes de los partidos, y ver que ella escucha atentamente, es que es….en fin!!!

No me quiero olvidad, por supuesto, de uno de los sitios que me fascinan: el Balonmano Osuna. Es que eso es otro nivel. Jugadores con pasión, jugadores con una media de años y kilos que no es normal. He hecho fases de ascenso con ellos… flipante que esa gente aún siga jugando, perdón ¿¿¿he dicho jugando???… ganando campeonatos. Tremendo Dani Lopez Pella, Ángel Bueno, Guillermo Medina, Boada… En fin, siempre se lo digo a ellos, es admiración absoluta ver como ganáis a tíos casi treinta años menores que vosotros: de otra galaxia.

Otra mención especial, muy especial, para toda la gente de dentro del balonmano, pero en especial a los árbitros. Acabo siendo amigo de ellos y es que voy a tantos partidos y con tantos equipos, que coincidimos en muchas pistas y además me pueden ver en un mismo finde defendiendo los colores de hasta tres equipo diferentes. Al princio les chocaba, pero con el paso de los años, ellos mismos me dicen… “Haz lo que te de la gana” (risas). Su ayuda a veces para desarrollar lo que hago es muy importante porque en ocasiones nos saltamos un poco las normas. Eso sí , siempre con sentido común y por ayudar.

Y esta es un poco la historia de mi idilio con el balonmano. Algo que a día de hoy forma parte de mi vida, y que no se que haría sin él.”

 

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