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Historias de Héroes Anónimos… JAVIER ALONSO

Historias de Héroes Anónimos… JAVIER ALONSO

PRÓLOGO DE MARIANO GARCÍA 

“Por desgracia el balonmano sevillano nunca brilló en categorías superiores. El lastre que supone tener dos equipos de fútbol con una rivalidad eterna, además del poco apoyo institucional y empresarial a proyectos deportivos de los que, por ejemplo en ciudades del norte estarían orgullosas, hizo que la práctica de nuestro deporte en esta ciudad quedara en una afición romántica…incluso quijotesca.

En esta utopía deportiva del siglo XX aparecen personas nobles, directas, caballerosas, pasionales, entregadas, leales, solidarias… como nuestro protagonista de hoy, eterno veterano sevillano que no destacó como para llegar a la élite, pero que ahora, cuando la vida nos vuele a dar la oportunidad de estar juntos y disfrutar de nuestro deporte, brilla en los Campeonatos y Torneos de España y Europa por ser un excelso maestro de ceremonias de nuestro Club, por su entrega en la pista y sobre todo por su categoría personal.

¡¡¡Larga vida Don Javier!!!”

 

UN JUGADOR PEQUEÑO CON LA ILUSIÓN DE UN GIGANTE

Comencé a jugar a Balonmano en categoría alevín de primer año, en mi querido y extinto colegio de Sevilla, Alfonso X el Sabio. Inicialmente me coloqué bajo palos porque al fútbol me gustaba jugar de portero, pero pronto me di cuenta de que mi compañero Javier Valle era mucho mejor portero y además yo tenía mucho miedo. Nuestro entrenador, Pedro Toro, un clásico en el balonmano de base en Sevilla, me reconvirtió a jugador en los últimos partidos de mi primera temporada. Era muy rápido pero me ponía nervioso y la mayoría de las veces se me caía el balón de las manos. Tuvo que pasar más de un año hasta que logré mi primer gol. Jugábamos contra Balonmano Triana (Club Viveros), eran los mejores de la liga y nos ganaban diez a cero. Tiré desde el extremo y la pelota entró entre las piernas del portero. Recuerdo que di la vuelta completa al campo rodeado de todos mis compañeros. Los árbitros pararon el partido y vinieron a felicitarme. Aquella mañana el sol brillaba en Sevilla y el balonmano hizo feliz a un niño de diez años…

En mis primeros años jugué de pivote. Era listo y me movía bien, pero me faltaba peso. Al llegar a juvenil el entrenador me reconvirtió a extremo, pero era tarde. Carecía de los fundamentos propios de un extremo, no fintaba bien y me costaba desequilibrar a la defensa. Era consciente de ser un jugador limitado, pero aquello me encantaba. No dude en seguir y aprovechar las armas que tenía: velocidad y corazón.

En aquella época de Balonmano colegial hice amigos que me han acompañado hasta el día de hoy. A mi lado, en el lateral zurdo jugaba Juancho Larreta, lo más parecido que he tenido a un hermano, sin lugar a dudas de los jugadores más brillantes de mi promoción. Un lateral que no llegaba al metro ochenta pero que tenía una finta eléctrica y que nunca se olvidaba de que el campo no termina en el lateral, que más allá hay una pobre criatura esperando que se la pasen, al que llaman extremo. El portero, Lorenzo Blanco, era el mejor de Sevilla. Está y sigue estando, un poco loco bajo palos pero cuando el lateral contrario lanzaba yo ya andaba por mitad del campo esperando la pelota. Joldi, Linares, Federico de Anca…amigos que siguen hoy a mi lado.

Cuando entré en la universidad, fui el capitán del equipo de Derecho. Tenía buena amistad con los árbitros sevillanos y me gustaba bromear con ellos. Contaba apenas 20 años. Mi entrenador, madrileño que ejercía de madrileño cuando fallabas, siempre decía, “¡No me jodas chaval! Y a mí me encantaba imitarlo. Los árbitros le repitieron la broma al entrenador y parece que a él no le hizo tanta gracia. En mi segundo año de senior y por primera vez después de una década, fui sancionado sin ficha y me pasé un año sin jugar. Tengo que aclarar que a día de hoy mi relación con Pedro Toro es magnífica y que es una persona a la que quiero y agradezco lo mucho que me dio.

Al año siguiente, Manolo Jiménez, compañero en el colegio, se hizo cargo del equipo, me llamó y volví a jugar. Subimos a territorial andaluza y fuimos a Pozoblanco a intentar el ascenso a segunda nacional. No lo conseguimos, pero fue una experiencia inolvidable.

El colegio se vendió y nos quedamos sin pista para jugar. Algunos jugadores, Lorenzo Blanco, Kike del Castillo, Juan Pablo Larreta, Molina, Fede de Anca, Paco Jiménez nos fusionamos con el proyecto de Balonmano Sevilla, club que principalmente se nutría de antiguos jugadores del colegio San José.
Manolo Jiménez nos dirigió durante tres años. En aquel equipo, además de los ya señalados jugaron importantes jugadores del balonmano andaluz como Paco Pozuelo, Gustavo Vélez, Eduardo Zafra, Juan Carlos de Castro, Manuel García Matute o Mario el Mago.

Ganamos el ascenso a segunda nacional en Huétor Tájar, imponiéndonos en la final a Maristas Málaga por 21-18. Maristas Málaga tenía un equipo muy superior al nuestro, con algunos jugadores que habían jugado en Asobal, pero llegaron al partido quince minutos antes del inicio y con la conciencia de que habían ganado antes de bajarse del autobús, y esas cosas se terminan pagando. Mantuvimos la categoría sin problemas y solíamos terminar en posiciones templadas de la tabla.

Al cuarto año, Manolo Jiménez abandonó el proyecto y pasó a dirigirnos Juan Manuel Chacón, tercer y último entrenador que tuve. Estuvimos tres años más en segunda nacional, pero el trabajo y la familia, unido a los largos desplazamientos, fueron haciendo que jugar se complicara cada vez más. El último año nos costó más de lo habitual y los resultados no nos acompañaron. En el último partido, contra el colegio La Salle en Córdoba, solo nos valía la victoria para mantener la categoría. Habíamos decidido que no seguiríamos, pero no queríamos retirarnos con un descenso. Nos conjuramos y creo que fue de los partidos más completos que el equipo jugó. Ganamos con claridad y ahí terminó mi vida como jugador federado. Contaba treinta años.

Hace diez años, un grupo de antiguos jugadores, Pepe Alcaide, Mariano García, Fede de Anca, José Molina, Eduardo Zafra, decidimos que tocaba devolver al balonmano algo de lo mucho que nos había dado. Así creamos Veteranos Balonmano de Sevilla. Poco a poco vi a llegar a jugadores que habían sido compañeros míos, como el entrañable Paco Herenas, o Diego Bonilla, apodado pundonor. Y también otros jugadores que habían sido rivales en Maristas, Rochelambert, colegio San José, etc. Nuestro primer entrenador fue Pepe Medina, al que un tumor cerebral se llevó prematuramente y para el que quisiera tener un cariñoso recuerdo. Después y hasta hoy Manolo Jiménez se hizo de modo paciente con las riendas del equipo. Han pasado más de diez años. Somos una gran familia de más de cuarenta jugadores, de la que me honro de ser el capitán. El nivel deportivo del equipo se ha ido enriqueciendo, pero más allá de eso, somos un grupo ilusionado que seguimos disfrutando de nuestro juego y que nos preciamos de hacer amigos allá donde vamos.

A mis cincuenta y dos años, confieso que cada vez me cuesta más vestirme de corto. Cuando el entrenador no puede acompañarnos disfruto dirigiendo el equipo. Sé que mis días están contados, pero de alguna manera espero seguir vinculado a este deporte al que tanto debo.”

A Javier Alonso lo seguiremos encontrando en el 40×20 del Circuito Andaluz de Balonmano de Veteranos, y en muchos de los torneos a los que asiste su equipo. Y seguirá siendo todo un ejemplo a imitar.

Un placer Javi, y muchísimas gracias !!!

 

 

 

 

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