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Entrevista a RAFA LÓPEZ HERNÁNDEZ

Entrevista a RAFA LÓPEZ HERNÁNDEZ

Puede que Rafa López Hernández no haya nacido en Cuenca, pero nadie puede negar que ya es tan conquense como el que más, además de una figura realmente relevante del balonmano en la ciudad de las casas colgadas.

Hijo de toda una leyenda como Rafa López León, estaba claro que la semilla del balonmano arraigaría en él con la misma fuerza y pasión que en su padre. Y confiemos en que la que saga tenga continuidad en las nuevas generaciones, porque será una gran alegría ver a un miembro más dando destellos en un 40×20.

Un total de 13 temporadas como local en El Sargal, uno de los pabellones con mejor afición y ambiente de la Liga Asobal, en las que se ha podido ver la entrega sin condición, el compromiso por vocación y el compañerismo como seña de identidad, de un jugador ejemplar en su comportamiento con rivales, técnicos, árbitros, público y por supuesto compañeros.

Pero no sólo Cuenca ha disfrutado de un jugador de equipo como pocos, también el Ademar de León o el Ciudad Real, junto a Altea, Roquetas y Pozoblanco conforman una dilatada trayectoria de 18 años como jugador profesional.

Por suerte para el balonmano, siempre le ha gustado trabajar con las categorías de base llevando equipos desde muy joven, trabajando con los más pequeños en la formación e iniciación en nuestro deporte. Y también ha tenido su primera experiencia en la élite como segundo entrenador en Cuenca, y seguro que dentro de muy poco le veremos desarrollar su propia trayectoria en esa línea.


TRAYECTORIA

Jugador
1995-96 Ademar León
1996-97 Bm Ciudad Real
1997-98 Ademar León
1998-00 Bm Ciudad Encantada
2000-01 Bm Altea
2001-02 Bm Roquetas de Mar/Prasa Pozoblanco
2002-11 Bm Ciudad Encantada
2014-18 Bm Ciudad Encantada

Entrenador
2014-19 Bm Ciudad Encantada (Segundo Entrenador)
2018-Act Seleccionador Castilla la Mancha (Cadete)

Preguntas

Como es tónica habitual en esta sección en los últimos meses, no podemos arrancar de otra forma que interesándonos por tu salud y la de tu familia a raíz de la pandemia que vivimos. ¿Cómo habéis vivido la etapa más dura de confinamiento? ¿Cómo se ha llevado con pequeños en casa?

Me imagino que como todo el mundo, con preocupación por lo que estaba pasando y a la vez, intentando hacer las cosas como nos pedían las autoridades sanitarias. Hemos tenido suerte que no hemos tenido ningún caso en la familia.

Una dilatadísima trayectoria como jugador, que se inició en el lejano 1995. ¿Cómo resumirías tu carrera deportiva? ¿Qué destacarías como lo mejor y lo peor?

Me intento quedar siempre con lo bueno, estoy muy orgulloso de lo conseguido en Cuenca. He lucido el escudo en todas las categorías nacionales y, además, lo deje en Europa. Los momentos malos se quedan para la experiencia personal y poco más. También, he conocido a gente maravillosa en todos los sitios en los que he estado.

Hijo de toda una leyenda como Rafa López León, espectacular jugador y enorme técnico… ¿Era más que seguro que acabaras enganchado al balonmano? ¿Qué ventajas e inconvenientes ha tenido tener un referente tan importante y una figura de ese tamaño?

Tenía muchas papeletas, en mi casa se respira balonmano desde que tengo uso de razón. Recuerdo entrenos en el Magariños y sobre todo, en su etapa como entrenador viendo a mi padre con los videos de balonmano y apuntando cosas. Tengo en mi poder bastantes cuadernos de entrenos que realizaba, que son una reliquia. Tengo pendiente digitalizar todos sus cuadernos.

Aunque somos conscientes de la dificultad… ¿Cómo te definirías como jugador? ¿Cuáles fueron tus puntos fuertes? ¿Qué similitudes encontrarías entre tu juego y el de tu padre?

He sido el comodín de muchos técnicos. He jugado en todos los puestos menos el de portero. Como más me gustaba jugar era de central, jugar para el equipo y eso creo que no es del todo bueno. Mi padre siempre me decía que tenía que tirar mas, crear más peligro para luego tener más posibilidades de pase al pivote y crear más juego. Tenía toda la razón del mundo y además creo que esa es una similitud con su juego.

Dos temporadas, no consecutivas, en el Ademar de León. ¿Cómo definirías el club que viviste, la ciudad, la afición y el vestuario que conociste? ¿Cómo vives desde la distancia la situación de conflicto entre directiva y jugadores que viven en la actualidad?

El Ademar, junto con el Bm Cuenca, son mis equipos. Cada vez que he jugado allí ha sido especial. Es un señor club y una de las mejores aficiones junto con la nuestra. Tengo muy buenos recuerdos en los años que estuve allí. De todos los años que he jugado a balonmano, nunca he estado en un vestuario así. Había mucho líder al que seguir y muchas cosas que aprender de ellos. Hablo de Skrbic, Lozano, Pérez Canca, Hombrados, Pisonero, Armand Torrego, Juampe, unos jovencísimos Juanín y Garabaya, etc…
Del conflicto actual poco te puedo decir, se muy poco y no me gusta hablar de lo que no sé.

Una temporada también en el Bm Ciudad Real, germen del equipo que luego dominaría Europa. ¿Qué recuerdos guardas de aquella temporada y de cómo se vivía ya el balonmano en aquella ciudad?

Después de estar una temporada en León, volví a Ciudad Real por temas de estudios. Arrastré una lesión que se me complicó y estuve parado casi seis meses. Otro gran vestuario con grandísimos jugadores y buen míster que fue el comienzo de lo que vino después.

León dos temporadas, Ciudad Real una, luego Altea un año y la siguiente temporada a caballo entre Roquetas y Pozoblanco. ¿Cómo recuerdas aquellos años de tanto cambio de equipo y de ciudad? ¿Qué faltaba en aquella época para encontrar la estabilidad que se suele perseguir?

Yo quería minutos y en esa época era muy difícil. A toro pasado, creo que me equivoque en algunas decisiones, sobre todo en irme de Altea. Cabanas quería que me quedara pero como extremo y yo quería jugar de central, por eso me decidí por Roquetas.

Dos temporadas a finales de la década de los 90 en Cuenca, y tu regreso en 2002 para ya quedarte hasta el día de hoy. ¿Qué encontraste en esta segunda etapa en Cuenca para incluso decidir que sería tu ciudad de residencia desde entonces?   

Después de un año horrible, necesitaba encontrar estabilidad y volver a tener ilusión por el balonmano. Hablé con Garrote, que era el presidente en aquella época y decidí volver a Cuenca. Volví junto con Carlos Aguilar, que también estaba en Pozoblanco, y el equipo dio ese pequeño salto de calidad que nos llevó a jugar la primera fase de ascenso.

En 2011 te retiraste por primera vez… ¿Cómo fue la siempre difícil decisión de cerrar etapa como jugador? ¿Cómo fue la decisión de regresar 3 años después a las pistas? ¿? Qué fue lo más duro y lo que más te costó?

Realmente, yo no quería cerrar esa etapa, pero la oferta que se me hizo aquí fue ridícula y no tenía ganas de irme a otros sitios a verlas venir. Me puse a trabajar y lo compaginé con el equipo juvenil del club. Luego, en la temporada 14/15, Lidio habló conmigo para que fuera su segundo y a partir de ahí como la plantilla era corta empecé a entrenar. Una cosa llevo a la otra y al año siguiente me dijo lo de volver a jugar y así hice.
Realmente lo cogí con tantas ganas que no me fue duro, me divertí muchísimo y la única parte negativa fue la lesión del hombro al final de temporada.

Muchísimos partidos en El Sargal jugando como local, uno de los pabellones con mejor ambiente de nuestro balonmano. ¿Qué tiene de especial esta afición? ¿Cuánto se deja notar y se siente cuando animan? ¿Por qué crees que el balonmano ha calado tan hondo en la sociedad conquense?

Cuenca es balonmano, la gente se identifica mucho con el equipo. Es una afición que  arropa y se vuelca con sus jugadores, les exige y les pide que no den un balón por perdido. Independientemente del resultado.

Es un lujo para el club tener esta afición y además, tener una peña como la furia es algo que muy pocos equipos pueden presumir.

Al equipo lo llevan en volandas y os aseguro que es difícil que no se te ponga la piel de gallina en varios momentos durante los partidos.

Compaginaste además labores de jugador y segundo entrenador. ¿Qué fue lo más difícil de ese doble rol? ¿Cambió en algo tu relación con tus compañeros y ellos mismo te ayudaron a desarrollar esa doble función de una manera más fácil?

No me resulto difícil, tenía muy buena relación con todos, es más, al tener que hacer los vídeos del portero te vas quedando con muchos detalles que luego te sirven en la pista.

Una faceta que no todo el mundo valora y que para nosotros es vital y fundamental, es tu labor como entrenador de base, comprometido con la formación, desarrollo y tecnificación de jóvenes talentos. ¿Qué destacarías como lo más especial de trabajar con los más jóvenes? ¿Qué futuro le ves al balonmano local de Cuenca? ¿Qué nombres deberíamos tener en cuenta para un futuro cercano?

Lo más satisfactorio es ver el cambio que tienen tanto a nivel físico, como técnico y táctico. El sentir cómo ellos empiezan a asimilar conceptos y empiezan a entender el balonmano como yo lo veo es algo especial. Hay algunos que tienen más dificultades para alguna tarea y ver cómo poco a poco con tu ayuda la ejecutan cada vez mejor es lo que te llena. Creo que es la asignatura pendiente del club. Sabemos que por la localización de Cuenca es difícil enganchar a muchos niños, pero es primordial trabajar con los que tenemos de la mejor manera y no lo hacemos. Vamos por detrás de muchos clubs de Castilla la Mancha y debemos cambiarlo.

El año pasado se puso fin a la relación entre el Ciudad Encantada y Rafa López. ¿Cuál es tu actual relación con el balonmano? ¿Qué futuro ligado al balonmano de élite es el que te gustaría tener los próximos años?

Actualmente sigo trabajando para el club como entrenador del equipo cadete, además, soy seleccionador cadete de Castilla la Mancha. Sobre ser seleccionador tengo que decir que es experiencia apasionante preparar y competir en el CESA, sinceramente me encanta.
Respecto al balonmano de elite, ahora mismo estoy en un tiempo muerto. Terminar mi formación como técnico de emergencias sanitarias es en lo que estoy poniendo todo mi empeño. Cuando termine, si me gustaría poder retomar la actividad y me encantaría poder dirigir a un equipo sénior, es algo con lo que sueño.

Hemos comentado antes la actual situación del Ademar de León con varios de sus ex jugadores, pero es algo que se da en quizá demasiados clubes. ¿Qué crees que pasa en los clubes para no terminar de cerrar con elegancia, trato y exquisito respeto a los jugadores o técnicos de los que se prescinden?

Es algo que no puedo entender, lo bueno es que no pasa en todos los sitios.

Ya sabes de la existencia de muchos torneos de veteranos que volverán en cuanto se pueda… ¿Cuándo te veremos de nuevo de corto dando clases de veteranía e inteligencia en un 40×20?

Si te soy sincero, no creo que se me vea en ningún torneo de veteranos. El hombro no quedo muy fino después de la operación y para jugar a esto hay que estar al 100%. Donde sí me puedes ver es en alguna montaña conquense trotando o con la bicicleta de montaña.

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