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Entrevista a POCHOLO

Entrevista a POCHOLO

Extremeño de nacimiento pero porteño de adopción, el fantástico extremo derecho José Manuel García Moríñigo, conocido por todos como Pocholo, ha dejado una huella imborrable entre la afición y el balonmano en Puerto Sagunto y un hueco importante difícil de cubrir tras su retirada el año pasado.

Quien iba a decirle a aquel joven jugador formado en el Colegio Paideuterion de Cáceres, que acabaría jugando en Valladolid, Bidasoa, Anaitasuna y finalmente Puerto Sagunto donde disfrutaron de él 7 magníficas temporadas. Una trayectoria profesional de 16 años en la élite de nuestro balonmano en las que ha dejado muchas muestras de su enorme calidad y su compromiso.

Campeón de España Juvenil e Internacional Junior, supo de las glorias que supone ganar un gran título y es que en su etapa en el Bm Valladolid de Juan Carlos Pastor, levantó dos Copas del Rey consecutivas en aquellos años en los que nuestro balonmano era el referente mundial. Pero igual que disfrutó de las mieles, le tocó sufrir las hieles en forma de lesión en el hombro que dejó muy en el aire su continuidad como deportista profesional. Tras una temporada casi en blanco, Puerto Sagunto decidió apostar por él y Pocholo no dudó en responder con goles, con trabajo, con intensidad y con mucha pasión a la hora de defender los colores rojo y blanco.

Afincado ahora en Irún, es imposible que no añore Puerto Sagunto, su gente, sus playas y su clima, como también el Ovni, los aficionados, los días de partido y los compañeros. No será complicado verle disputar algún torneo de veteranos, así que todos atentos que queda mucha magia en esa muñeca izquierda por disfrutar.

 


TRAYECTORIA

2003-06 Bm Valladolid
2006-09 Bidasoa
2009-12 Anaitasuna
20012-19 Puerto Sagunto


PALMARÉS

2 Copas del Rey (Bm Valladolid 2005 y 2006)

Preguntas

Seguimos en medio de esta pandemia y este confinamiento, así que lo primero esinteresarnos por cómo estás, más aún tras haber sido padre no hace mucho tiempo. ¿Qué tal la familia? ¿Cómo llevas el tema Covid19 y todos los problemas que nos anda generando?

Son unos momentos muy difíciles a nivel mundial, miles de personas han perdido la vida y desde aquí mi más sincero pésame a todas las familias. En mi caso he tenido suerte y no me ha tocado de cerca. Mi familia se encuentra bien dentro de lo que está suponiendo todo esto, aún así la preocupación teniendo una niña recién nacida y familiares de edad avanzada es muy grande. Esperemos que los números sigan mejorando como hasta ahora y dentro de poco podamos tener una relativa tranquilidad.

Muchos sabrán el por qué, pero… ¿De dónde te viene el apodo de Pocholo? ¿Cuándo y quien te lo puso?

Pues el apodo de Pocholo surge de forma cariñosa por parte de mi familia. Durante mis primeros años de vida era un bebé gordito de mejillas grandes y sonrojadas que prácticamente no lloraba y además solo quería comer y dormir. En mi tierra a este tipo de niños se dice que son unos pocholos. Mi abuelo me lo siguió llamando a medida que crecía… un día me lo dijo delante de algunos amigos y ya uno hubo manera de pararlo.

Natural de la provincial de Cáceres, ¿qué recuerdos guardas de tus inicios en el balonmano en el Colegio Paideuterion? ¿Por qué en su día balonmano? ¿Quién fue el responsable de que te engancharas a este deporte?

Pues de mis inicios en el balonmano guardo muy buenos recuerdos, tan buenos que por eso
continué jugando. Antes de jugar a balonmano practicaba fútbol pero mis amigos y compañeros de clase jugaban todos a balonmano y por eso un día me decidí a probar. Inmediatamente después estaba enganchado y a día de hoy sigo siendo un balonmanero de pies a cabeza.

Tu posición ha sido el extremo derecho… ¿Cómo definirías ese hábitat? ¿Cómo te definirías como jugador? ¿Qué grandes extremos de tu posición destacarías como los más espectaculares y efectivos?

El hábitat de los extremos es un poco especial. Como sabéis, los extremos vivimos de la efectividad. Puede que estés un partido entero en el que no te ha tocado lanzar ninguna vez y en los minutos decisivos te llegan dos balones y los tienes que meter. Esto requiere mucha concentración y estar dentro del partido en todo momento. En mi opinión es un puesto muy bonito y he disfrutado mucho de esta  posición todos estos años.
Son muchos los extremos que hacían que alucinara viéndoles jugar, pero Albert Rocas y Roberto García Parrondo son en mi opinión, dos referentes para todos los que hemos estado en las esquinas del 40×20. Ellos son dos estilos diferentes de jugador pero muy buenos cada uno en lo suyo y treméndamente efectivos.

En tu último año de juveniles ya estabas en Valladolid… ¿Cómo se produce tu llegada a Pucela y que cambios percibiste en relación a la importancia del balonmano, la forma de entrenar, etc…?

Llegué a Valladolid con 17 años. Para mí era una oportunidad increíble que un equipo
puntero en categorías inferiores se fijara en mí, y esto supuso una motivación brutal. Mi llegada a Pucela fue muy buena, me adapte rápido a la ciudad y la vida allí gracias a mis compañeros, a Jota González que es un gran entrenador y una de esas personas de las que te alegra que se crucen en tu vida, que se preocupó de que me sintiera como en casa y a las familias Lorasque y Velasco que me abrieron las puertas de su hogar y me trataron como a uno más. También tengo muy buenos recuerdos del grupo que formamos algunos amigos tanto de dentro del balonmano como de fuera.
La adaptación a los entrenamientos no fue tan rápida, Valladolid tenía una forma muy especial de jugar. Al principio me costó aprender esta forma de ver el balonmano pero poco a poco lo fui pillando y una vez que entras en este estilo de juego disfrutas mucho de este deporte.

Llegaste al primer equipo en 2003 formando parte del Bm Valladolid 3 campañas. ¿Qué recuerdos guardas de aquellas temporadas, de la forma de entrenar de Juan Carlos Pastor, de los compañeros y de la gran afición que tenían?

Pues fueron unos años geniales. Tuve la suerte de formar parte de un equipo repleto de grandes jugadores de los que podías aprender muchísimo. Además eran tan buenas personas como jugadores. Desde el principio me ayudaron a integrarme y los más veteranos se preocupaban de que los más jóvenes nos sintiéramos bien. El vestuario era una gran piña y guardo muy buen recuerdo de todos. Fueron 3 temporadas en la que empecé a vivir el sueño que tiene todo niño que empieza a jugar a nuestro deporte Entrenar y jugar contra los jugadores que habías estado viendo hasta entonces por la tele suponía una motivación inmejorable. Además el entrenador era Juan Carlos Pastor, uno de los mejores entrenadores del mundo y que cada día impartía un doctorado de balonmano en el Huerta del Rey. Si a todo esto le sumas la gran afición que apoyaba siempre al equipo, hacían del BM Valladolid el mejor sitio para cualquier joven que quisiera hacerse un hueco en esto.

Precisamente en Valladolid es donde lográis conquistar dos Copas del Rey de forma consecutiva además. ¿Qué se siente al lograr un título así, ganando a equipos tan potentes y de tantos recursos? ¿Qué recuerdas de las celebraciones?

Fue una alegría enorme, aunque nosotros teníamos muy buen equipo, las plantillas a las que
nos enfrentamos eran de las mejores del mundo y esto le da un valor añadido a la victoria y hace que lo disfrutes y lo saborees de una forma muy especial.
De las celebraciones recuerdo muchos momentos inolvidables, pero sobre todo la cara de felicidad de todos mis  compañeros y de la afición.

Tu siguiente destino fue otro club histórico de nuestro balonmano. ¿Qué te encontraste en Irún? ¿Cómo es su particular forma de vivir y sentir el balonmano? ¿Cómo valorarías aquellas 3 temporadas en el Bidasoa?

Fichar por Bidasoa fue una gran oportunidad, un gran club rodeado de historia y una ciudad donde se respira balonmano. Tenía mucha ilusión por esta nueva etapa, y en lo personal tengo un gran recuerdo de aquellos años. Me adapté muy rápido a la vida allí gracias a mi compañero Asier Aramburu y a su familia, que me acogieron enseguida. Conocí a buenos compañeros e hice grandes amigos también fuera del balonmano que conservo todavía y además conocí a la que hoy es mi mujer.  Me encantó como se vive en el País Vasco.
En cuanto a lo deportivo se refiere, aunque crecí mucho como jugador, esta etapa es una espinita que tengo clavada puesto que el primer año descendimos a la división de honor B. Era una buena plantilla pero desde el principio no salieron las cosas y el final fue una catástrofe.

Anaitasuna fue tu siguiente destino, un club modélico en  cuanto a estructura, masa social, instalaciones… ¿Qué fue lo que más te sorprendió del club a tu llegada? ¿Qué destacarías de tus 3 temporadas allí? ¿Cómo de difícil fue la última debido a esa grave lesión?

La etapa navarra es una etapa de la que guardo muy buen recuerdo por los grandes compañeros  y amigos con los que coincidí. Fiché por un club que estaba decidido a subir a la categoría reina. La plantilla era muy competitiva y el proyecto deportivo muy bien definido.
Aunque el primer año no pudimos subir siendo eliminados a penaltis después de dos prórrogas en la semifinal, el segundo año si lo conseguimos. Objetivo cumplido y toda una aventura nueva en Asobal se abría para el club. Pero esta aventura no sería para mí, me rompí el hombro y estuve 6 meses de baja luchando contra el tiempo y contra la incertidumbre de si podría volver a jugar a este deporte que tanto me gusta. Finalmente conseguí  recuperarme y disputar los últimos partidos de liga, pero el club decidió no contar conmigo para la siguiente temporada.

Es en 2012 cuando fichas por Puerto Sagunto… ¿Qué te decidió a apostar por los porteños? ¿Cómo te amoldaste a la vida en una población pequeña, comparada con Valladolid, Irún o Pamplona? ¿Qué encontraste allí para finalmente jugar un total de 7 temporadas?

Yo estaba en una situación muy delicada, recién salido de una lesión grave del brazo lanzador y no habiendo disputado casi ningún partido la temporada anterior tenía que encontrar equipo después de que Aniatsuna decidiera no  renovarme, asi que más que
apostar yo por ellos, apostaron ellos por mí. El director técnico, Carlos Argente, conocía mis posibilidades y confió en mí. Eso llevó a 7 años de relación.
¿Amoldarme a la vida en Puerto? Pues tener que vivir en un sitio con un clima estupendo todo el año, con unas playas paradisíacas, con gente acogedora, amigos que me llevo para siempre y donde se come genial, no supuso ningún esfuerzo…
Lo que encontré en Puerto para quedarme no fue un club, fue una familia. Es un sitio donde te acogen desde el primer momento tanto la gente que forma y trabaja para el club, como los compañeros y por supuesto tengo que hacer una mención especial a la afición, son parte fundamental de la familia porteña. Una afición formada por buenos amigos, ex jugadores y compañeros, amantes de nuestro deporte, canteranos, veteranos que fundaron el club y de las posteriores etapas hasta nuestros días. Una afición que te apoya cuando ganas y mucho más cuando pierdes. Todos estos componentes mezclados  dentro del Ovni hacen que cada partido se viva y se respire un ambiente especial.

El final de la temporada 2019 supuso también el final de tu trayectoria como deportista
profesional. ¿Por qué en ese momento? ¿Cómo de duro y complicado es tomar una decisión así?

Pues fue una decisión que llevaba madurando mucho tiempo. Tenía ganas de emprender un nuevo camino en mi vida y con el ascenso del club de nuevo a Asobal tras un año en la B, sentí que se cerraba el círculo y que podía irme tranquilo dejando al Fertiberia Puerto Sagunto en el lugar que se merece. Además mi paternidad ya era inminente y eso ayudo a mi decisión.

Dejaste Puerto Sagunto aunque siempre será parte importante de tu vida. ¿Dónde te has afincado? ¿A qué se dedica ahora Pocholo? ¿Qué vinculación sigues teniendo con el balonmano?

Ahora vivo en Irún, ciudad natal de mi mujer. Como ya dije ante, me gusto mucho vivir en el País Vasco, me gusto tanto que he vuelto para quedarme… Aunque como decís el Puerto siempre será importante para nosotros.
Ahora estoy estudiando un grado superior de programación en la producción de mecanizado para trabajar con máquinas de control numérico CNC. Un entorno que siempre me ha gustado.
La vinculación que tengo con el balonmano es la de un fan de este deporte. Veo todos los partidos que televisan, ojeo noticias, webs y me acerco a Artaleku a ver al Bidasoa cada vez que puedo. Estoy bastante pillado de tiempo, pero más adelante me gustaría retomar mi etapade entrenador de categorías inferiores.

Ha pasado solo un año, pero… ¿Cuánto se echa de menos la competición, los entrenamientos, los compañeros y hasta los  viajes? ¿Te veremos de corto en algún torneo de veteranos o algún partido homenaje?

Una vez que te entra el veneno del balonmano en el cuerpo ya no hay forma de sacarlo. Y mentiría si te digo que no me acuerdo sobre todo del gusanillo de competir, de los buenos momentos en la convivencia de los viajes…
Siempre estaré dispuesto para jugar una “pachanga” con amigos, ya sea homenaje, veteranos o el mero hecho de juntarnos para después pegarnos un buen almuerzo, faltaría más…
Haciendo balance de todos estos años, te acuerdas de algunas victorias, de algunas derrotas
puntuales, pero te das cuenta que de lo que más te acuerdas es de la gente que has conocido y de lo que has vivido con ellos. Por eso muchas GRACIAS a todos los que habéis formado parte mi vida todos esos años.

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