Entrevista a JORGE MAQUEDA - BalonmanoVeteranos.com

Empecé en el pueblo de mi madre, Villafranca de los Caballeros, un poco de rebote. Estaba en casa de mi tía y yo de pequeño era muy pesado, y mi tío cansado de mí me mando al pabellón del pueblo a jugar con los demás niños.

Cuando llegue allí el deporte que estaban haciendo era balonmano y empecé a jugar. Al inicio de la nueva temporada el entrenador del equipo le dijo a mis padres si quería jugar al balonmano, y yo les dije que sí. Y así un poco de rebote empezó todo.

Llegué al FCB a través del hermano del entrenador de mi equipo, que tenía un contacto en el club y les dijo que había un jugador en el equipo que podía tener potencial.

A partir de ese momento fui al Campus de Valero Rivera, que en aquellos años era el entrenador del primer equipo, y al finalizar el campus me dijeron que si quería irme a Barcelona a vivir y a jugar allí.

La diferencia que encuentro con el resto de equipos es la organización, que al ser también un club de futbol, es totalmente diferente al resto de equipos en los que he estado.

Los objetivos está claro que eran totalmente diferente pero la lucha y el sacrificio en cada partido y en cada entreno son bastantes parecidas.

Mi paso por Alcobendas creo que me marcó y me ayudó a ser el jugador que hoy soy, sobre todo gracias a Rafa Guijosa. Él me transmitió la garra, la entrega en cada minuto y el espíritu de luchar hasta el final. Además guardo con mucho cariño esos dos años allí, ya que hice muy buenos amigos.

Mi recuerdo de Zaragoza tiene partes buenas y partes malas.

Las buenas fueron esos tres años luchando contra los grandes, aunque quizá desde un segundo plano, pero ahí estábamos. También fue allí mi primera convocatoria con la Selección Española. Además el grupo que hicimos esos años fue muy bueno y disfruté mucho jugando, y al igual que en Alcobendas, tengo muy buenos amigos allí.

La parte mala fueron los impagos y lo que al final terminó con la desaparición, que a mi forma de verlo es una pena porque en Zaragoza se vive muy bien y la afición se volcó con el equipo, tanto en lo bueno como en lo malo.

La gran diferencia entre España y el resto de países donde he jugado es la forma de vivir el balonmano, llegando incluso, por ejemplo en Macedonia, a ser el deporte rey.

Lo que más me sorprendió es la profesionalidad que existe en Francia, lo tienen todo muy regulado y controlado y los equipos que no cumplen las normas, lo bajan directamente de categoría, algo que debería ser normal en todos los países pero que por pena en nuestro deporte no es así.

A nivel personal y deportivo, creo que me ha venido muy bien salir de España ya que así creces como persona y jugador, y ves y puedes comparar otras formas de hacer las cosas.

Yo me describo como un jugador con mucho carácter, que lucha hasta el final y nunca baja los brazos, pero también a veces eso me hace precipitarme y tomar malas decisiones, que también hay que decir los defectos (risas).

Para mí, tengo como referente en el balonmano a Mateo Garralda, que cuando empecé a ver balonmano era el que más me impresionaba a la hora de darlo todo y luchar hasta el final.

También unos de mi ídolos de siempre es Rául Gonzalez Blanco, porque luchaba cada minuto, fuera cual fuera el resultado y él era capaz de levantar al equipo.

Si, claro… a nivel de equipos para mi la Copa de Europa es el más importante por todo lo que representa y además de la forma en que lo ganamos, los dos partidos en el último segundo, es la definición de luchar hasta el final.

Sin duda donde más se celebran los títulos es en Macedonia. Fue increíble la celebración y el recibimiento que nos hicieron cuando ganamos, pocas veces he visto algo así, fue increíble.

Para mi vestir la camiseta de la Selección es un orgullo, un sentimiento que solo si has tenido el privilegio de poder defenderla, puedes comprender. Es algo especial y para mi es lo mejor para un jugador.

El Oro que ganamos, además en casa, fue una de las mejores experiencias que he vivido en mi vida. Delante de tu gente, en tu país y de esa manera, fue lo mejor. Un premio a todos los sacrificios que todos tenemos que hacer.

Si, por supuesto que la medalla olímpica es una espina clavada muy adentro.

Para mi la felicidad es lo más importante, porque si no somos felices de nada vale lo que hacemos. No siempre puedes estar feliz y cuando no lo estás te notas diferente una sensación rara.

Mi pilar fundamental es Macarena Aguilar, mi pareja. Porque gracias a ella he logrado la felicidad máxima. Cuando no estoy feliz o no estoy bien, siempre esta ella para recordarme que debo estar bien, feliz, contento y sobretodo afortunado de lo que tengo.

Otro pilar fundamental es el balonmano, ya que es lo mejor poder dedicarte a lo que te gusta, porque no todo el mundo puede, y eso nos debería hacer felices.

Mi secreto es no intentar quejarme tanto de tonterías e intentar ver siempre el lado bueno de las cosas que te pasan.

Ahora la verdad que me cuido más que cuando era más joven. La verdad que los años no pasan en balde, y cuando pasan los años te das cuenta que para estar al 100% no solo basta con ir a entrenar y punto, sino que también cuenta lo que hagas fuera de la pista.

Tienes que hacer menos excesos, cuidar tu alimentación más… y sobre todo tocar mucho hierro (risas).

No se lo que me deparará el futuro, pero en principio me gustaría buscar el futuro lejos del balonmano porque creo que es una vida muy sacrificada y ya me ha tocado sacrificar muchas cosas.

Me gustaría ser cocinero y trabajar en un restaurante o tener el mío propio. Pero de momento todavía queda mucho para acabar, o eso espero (risas).

Lo que si tengo claro es que me gustaría volver a vivir a España.