Con un físico portentoso y privilegiado junto a un enorme talento deportivo, pudiste elegir casi cualquier deporte donde seguro que hubieras destacado también. ¿Por qué elegiste en su día el balonmano? ¿Quién fue la persona clave para que decidieras jugar a nuestro deporte?
Pues la verdad es que de pequeño probé varios deportes como el tenis, el futbol, o el baloncesto, pero mis padres jugaban al balonmano y de ahí me viene esa afición por este deporte. Yo iba cada fin de semana al pabellón a entrenar, a ver a los demás equipos, estar en la grada animando a los mayores… tengo un poco la impresión de que me he pasado toda mi vida en los pabellones de balonmano (risas). Al final, cuando tienes ya 12, 13 o 14 años y te tienes que decantar, me decanté por el balonmano porque me daba mucha confianza en mí mismo y notaba que era donde podía alcanzar cierto nivel. A los 15 años ya empecé una carrera como jugador de balonmano. Mis inicios fueron con el Burdeos en primera división con 18 años, participaba en todos los entrenos, jugaba en algunos partidos, y fui entrando en la lista de los jóvenes con más talento jugando con la Selección Sub21 de Francia. A partir de ahí firmé mi primer contrato como profesional en el 97 en Tolousse y el resto es ya conocido.
Creo que no he sido yo el que eligió el balonmano, sino que el balonmano me eligió a mi porque practiqué muchísimos deportes pero al final tuve muy claro el hacer solo balonmano.