Prácticamente se cumple un año desde tu retirada como jugador profesional de balonmano… ¿Cómo ha sido este primer año alejado de la Liga Asobal, los entrenamientos diarios, los viajes interminables en autobús, las sesiones de video y la convivencia con los compañeros? ¿Cuánto se echa de menos todo aquello?
Es cierto que echo de menos la competición de primer nivel, la adrenalina de ese último minuto en el que te estás jugando un pase de Copa del Rey, el vestuario con los compañeros, sentirte en un gran estado de forma… Pero siendo sincero: el día a día del entrenamiento, los viajes cada fin de semana, ir con prisa a todos lados, los dolores al despertarme por la mañana… todo eso no lo echo de menos, la verdad.
Ahora, agradezco tener tiempo para mí y los míos: poder planificarme unas vacaciones o una escapada de puente para esquiar, sentarme a comer lo que me da la gana e incluso despertarme y poder bajar las escaleras de mi casa sin tener que ver las estrellas… Son pequeñas cosas que mucha gente no valora y un deportista profesional no se puede permitir, y ahora yo las estoy disfrutando. Además, este año he estado jugando con la UCAM en segunda nacional, hemos ascendido de categoría y encima me ha permitido volver a tener contacto con el balonmano y disfrutarlo de nuevo de una forma totalmente diferente.