Eres una de las más grandes leyendas de nuestro balonmano con unos números estratosféricos en cuanto a años en la élite, internacionalidades, títulos… ¿Hasta qué punto nota uno la presión y la responsabilidad que supone ser todo un icono de nuestro deporte? ¿En qué medida afectaba cuando aún estabas en activo y cómo lo vives ahora que sigues en el balonmano pero desde otra faceta?
La verdad es que en ningún momento, ni en mi carrera deportiva ni después, he tenido presión por este motivo ya que lo que he tenido es la suerte de poder jugar durante muchos años al deporte que me gustaba de pequeño y que disfruté haciéndolo desde el primer día hasta el último.
Evidentemente mientras juegas estas concentrado en mejorar e intentarlo hacerlo cada día mejor, y ahora que estoy ya retirado no es ninguna presión, al contrario, es un placer poder ver cómo la gente aún te recuerda y te agradece tu paso por nuestro deporte.