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ADN porteño… ÁNGEL FERNÁNDEZ

ADN porteño… ÁNGEL FERNÁNDEZ

Todo farmacéutico sabe que conseguir una buena fórmula exige mezclar ciertos productos en determinadas cantidades y siguiendo las instrucciones precisas para su elaboración. Y de todo eso, como de balonmano, sabe mucho nuestro protagonista Ángel Fernández, jugador del Balonmano Puerto Sagunto durante casi una década y farmacéutico de profesión.

Y es que un vestuario tiene mucho de fórmula magistral donde se mezclan jugadores con cualidades, capacidades y actitudes muy dispares, y el saber combinarlos es todo un arte que muy pocos dominan. Entre esa enorme amalgama de jugadores hay una tipología muy determinada que, si bien no todo el público sabe valorar, si que es un ingrediente deseado por todo buen entrenador. Hablamos del jugador de club, y pocos han demostrado ser mejor jugador de club que nuestro admirado y apreciado Ángel.

De ese tipo de jugadores que aportan en todos los ámbitos y es que ha demostrado ser un jugador muy valioso en la línea de los 6 metros y todo un bastión defensivo en el centro del muro porteño con sus 200 centímetros y su capacidad de anular a los atacantes rivales. Pero es que además es un compañero ejemplar que suma en el vestuario generando buen ambiente, camaradería y amistad. Una persona sin una sola palabra más alta que otra, con el trabajo y la honestidad como tarjeta de presentación, que ha sido utilizado por todos los entrenadores que ha tenido y que ha hecho amistades de por vida con la inmensa mayoría de compañeros. Siempre anteponiendo el interés general al particular, las necesidades del club a las personales y las exigencias del grupo a las propias, ha sido pieza clave del Balonmano Puerto Sagunto de 2008 hasta 2017.

Seguro que ha habido jugadores más llamativos y más espectaculares, pero Ángel Fernández será siempre elegido por cualquiera que quiera crear una fórmula que garantice el éxito, y es que es uno de esos ingredientes que sin marketing, es esencial para los que realmente saben.

Felicidades por una trayectoria ejemplar dentro de un club que ya es tuyo para siempre porque eres pilar fundamental y en mayúsculas de su historia.

Como es norma habitual, es el propio Ángel Fernández quien nos desgrana el relato de su trayectoria deportiva…

Comencé a jugar al balonmano en el Colegio Sagrada Familia de Zaragoza. Mi profesor de Educación Física y Responsable del Área de Balonmano, Don Ángel Hernández, creó un equipo que era un verdadero grupo de amigos de colegio. Mis padres querían que jugara al baloncesto, de hecho llegué a estar en la escuela del CAI Zaragoza, pero yo solo disfrutaba jugando al balonmano con mis amigos, un deporte que mis padres por aquel entonces desconocían.

Por motivos laborales mis padres son destinados a Valencia y tras haber participado en diversas concentraciones nacionales de la RFEBM, contacté con un compañero para poder jugar en el Colegio Marni. Allí, llegamos a ser Campeones de España en categoría  cadete y Subcampeones en categoría juvenil. Precisamente siendo juvenil, firmé mi primer contrato con el Club Balonmano Valencia durante tres años. Entrenaba con el primer equipo que por aquel entonces militaba en División de  Honor B, y formé parte del equipo que ascendió a Asobal. Recuerdo debutar con el primer equipo en el Palau Blaugrana en unos playoffs por el título en el 2001.

Aquel mismo año sufrí una grave lesión de rodilla y estuve en el dique seco durante 8 largos meses. El primer partido que volví a disputar me rompí la otra rodilla, por lo que aquella, fue una etapa muy dura. Demasiado tiempo apartado del balonmano y demasiadas vueltas a la cabeza. Hasta entonces había participado en Concentraciones Nacionales, había disputado el Campeonato de Europa Juvenil en Estoril donde fuimos Plata, compartiendo experiencia con unas de las mejores generaciones del balonmano, la del 80-81. Debido a las lesiones no pude continuar con el proyecto formativo y llegué incluso a pensar en abandonar la práctica deportiva.

En 2002 y gracias a Juan Alemany, el Balonmano Costa Blanca de Alicante me ofrece la oportunidad de volver a competir después de casi año y medio de grave lesión. Jugué durante tres temporadas compaginando mis estudios universitarios de Licenciatura de Farmacia con entrenamientos y partidos. Fueron posiblemente los años que recuerdo con más aprecio, sin ninguna presión, etapa total de aprendizaje y verdaderamente formativa. Era mi primera experiencia fuera de casa y fuer muy gratificante en todos los aspectos.

En 2005, al acabar mis estudios universitarios, firmé un contrato por dos años con el Balonmano Huesca donde además tuve la oportunidad de ejercer como farmacéutico. Era un equipo que crecía muy rápidamente y buscaba estar en los puestos más altos de la clasificación de aquella DHB francamente competitiva y repleta de jugadores con calidad desbordante. Fueron dos años difíciles donde no conseguí adaptarme en lo deportivo y asumí una presión que en ocasiones superaba mis posibilidades. 

Tras acabar mi contrato volví a Valencia con una oferta laboral y entendí que era momento de dejar la práctica deportiva. Pero durante el verano de 2007, el Presidente del Balonmano Puerto Sagunto Juanjo Bataller, se puso en contacto conmigo al enterarse que estaba sin equipo. Me propuso incorporarme al equipo pero la imposibilidad de compaginarlo con mi vida laboral me obliga a desechar la oportunidad. El equipo militaba en aquel momento en la Primera División Nacional y pretendía ascender a DHB tras el intento fallido del año anterior. En Febrero volvieron a contactar de nuevo conmigo con la idea de que les ayudara durante los últimos tres meses de temporada. Llevaba ya medio año de inactividad, pero tras hacer mil cábalas con mis compañeros de trabajo, me comprometí a sumar. Jamás llegaría a pensar que aquella decisión, inicialmente temporal, se convertiría en una de las decisiones más importantes de mi vida y que finalmente duraría más de 11 años. Aquella primera temporada conseguimos el objetivo de ascender a DHB, jugando una primera fase en Puerto Sagunto contra Balonmano Bohadilla, Balonmano Torrelavega y Maristas de Málaga, y una fase final en Guadalajara donde nos enfrentamos al filial del Granollers y al Balonmano Guadalajara.

Puerto Sagunto es una ciudad donde el balonmano ha sido seña de identidad de todos sus ciudadanos, y se anhelaba devolver el balonmano a la máxima categoría, allá donde estuvo hace más de medio siglo. El Pabellón Internúcleos, llamado familiarmente “El Ovni”, volvía a llenarse de ese espíritu balonmanístico y ese fervor que corre por las venas de todos sus aficionados. Tras un año de asentamiento en la nueva categoría, era el momento idóneo para asaltar el ascenso a la máxima categoría. La temporada 2009-2010 se formó un grupo de buenísimos jugadores y excelentes compañeros donde la sincronía era absoluta y la dirección de Ramón Belenguer fue clave para ser Campeones de DHB y ascender a la Liga Asobal.

La temporada siguiente era la del inicio del sueño deseado de poder jugar en la Liga Asobal, en el equipo de tu provincia, donde ya había interiorizado lo que suponía llevar el nombre de la ciudad de Sagunto en tu pecho, vivir esa pasión por tus venas, hacerlo tuyo, sentirlo como tu equipo propio. Desde aquel entonces han pasado los mejores jugadores del balonmano actual por nuestra ciudad, hemos jugado contra aquellos que admirábamos en la televisión y podemos decir que hemos sido unos afortunados de hacer lo que más nos gustaba, en nuestra propia casa y facilitándonos el club la incorporación al mundo laboral.

Si por algo se ha caracterizado el Bm Puerto Sagunto ha sido por ser un club atípico en una Liga donde la gran mayoría de equipos superaban con creces nuestro presupuesto. Los proyectos se fundamentaban en un grupo de jugadores de la casa, que residíamos en nuestras propias viviendas y teníamos nuestros propios trabajos. Jugadores valencianos que habíamos estado fuera de nuestra provincia jugando y que volvíamos a nuestra casa para iniciar un proyecto laboral. Grandes jugadores y símbolos en Puerto Sagunto como Bruixola, Javier Tarrasó, Alfredo Sorrentino, Rubén Ruiz, Ignacio Nebot o Adrián Sifre. El club siempre había priorizado la compatibilidad de los trabajos con el deporte y eso era el principal motivo por el que nos hacía un club diferente.

Jugadores que trabajábamos 8 horas y nos desplazábamos a Puerto Sagunto para entrenar a última hora de cada día de lunes a sábado para que todos pudiéramos acudir. Jugando partidos entre semana y haciendo encajes de bolillos para cuadrar un plan de viaje, en muchísimas ocasiones viajando a título personal para incorporarse a la expedición y llegar al día siguiente para incorporarse al trabajo como si no hubiese pasado nada, rindiendo con la misma intensidad que lo habías hecho el día anterior en la cancha. Fuimos sabedores de que éramos un equipo especial y aquellos entrenadores que pasaron durante las diferentes etapas descubrieron la singularidad de nuestro equipo, donde jamás faltó un ápice de compromiso, donde el esfuerzo era incuestionable y tanto los jugadores de la casa como aquellos que se contrataban para dar el salto de nivel, remábamos siempre en la misma dirección. La gran mayoría de jugadores que han pasado por Puerto Sagunto guardan un grato recuerdo del club y la ciudad. Bien les ha servido como trampolín para mejorar su carrera o bien les ha permitido tener una nueva oportunidad. Siempre digo que Puerto Sagunto es el equipo de las segundas oportunidades, por todo ello, pasar por este Club, deja siempre huella para siempre.

Nuestra lista de logros puede considerarse como humilde. Recordaremos siempre la participación en La Final Four en Logroñ, donde tras una eliminatoria excelsa a doble partido, pudimos doblegar a un todopoderoso Ademar de León. Competir en aquella fase final junto a los mejores, fue un hito para nuestro Club y nuestra afición después de tanto tiempo de esfuerzos. Sin embargo, para nosotros cada victoria la celebrábamos como si fuera una final conquistada. Éramos conscientes de nuestras limitaciones y dificultades, y cada victoria nos acercaba un paso más a nuestro objetivo, que siempre era el mismo, salvar la categoría.

Durante mi etapa viví también dos descensos. Uno tras el segundo año en Asobal, aunque fuimos rescatados administrativamente por la desaparición de un club. Y el más amargo en mi último año de carrera deportiva donde no se pudo salvar la categoría y descendimos después de ocho años en la élite. Fue ese el momento idóneo para decidir la retirada definitiva de mi carrera. Tenía una edad considerable y aunque la condición física me acompañaba, mi cabeza pedía a gritos devolver a los míos todo el tiempo invertido y sacrificado por y para el balonmano. Era momento de poner punto y final al balonmano profesional, pero punto y seguido a seguir disfrutando de lo que supone formar parte de la familia del Balonmano Puerto Sagunto. Suelo acudir al pabellón cada jornada a apoyar a mi equipo desde la grada, viviendo con pasión el sentimiento que compartimos todas las generaciones que hemos disfrutado de este sueño.”


 

 

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